Los Rituales del Fuego en París


El fin de semana más próximo al solsticio de verano, se celebra un tradicional espectáculo en las orillas del Río Sena de París, donde el protagonista central es el fuego; y no me refiero a los clásicos "fuegos artificiales" que se lanzan al cielo en cualquier evento; sino a fogatas, antorchas y diversos artilugios móviles con fuego encendido; que provocan una fascinación especial.

A continuación les cuento los antiquísimos orígenes que tiene esta ceremonia.


Juegos de Fuego en París

Origen Celta de los juegos del fuego

Los primeros habitantes estables de la hoy llamada París, a partir del siglo III a.C, eran los de la tribu celta de los Parisios (en latín:"Parisii"), de donde mucho después se adoptó el nombre actual de la ciudad.

Esos celtas, llamados galos por los romanos, fueron sojuzgados por el Imperio Romano (o expulsados quienes se negaban) a partir del año 52 a.C.; momento en que esta ciudad de las Galias romanas pasó a llamarse "Lutecia".

Al caer el Imperio Romano de Occidente, a comienzos del Siglo V, los Francos vienen desde el Noreste y ocupan el territorio.

Los francos ya sabían que los pueblos originarios de aquí eran los celtas "parisii", antes que lleguen los romanos. En su homenaje la llamaron a la ciudad "Paris".

Los nuevos ocupantes francos, no se opusieron a la Religión Cristiana que ya habían adoptado los últimos Emperadores Romanos, y casi toda la población de la Galia.

No obstante todos estos cambios a lo largo de la historia, hay tradiciones que siguieron desde aquel lejano paganismo celta hasta el presente, a través de los siglos.

Siempre el fuego había sido considerado como algo trascendental, en especial en los antiguos ritos paganos; y era clave en ceremonias que tenían relación con los cambios de estación.

Su Diosa del Fuego, llamada "Brighid", era evocada en cada una de esas celebraciones.


Diosa Celta del Fuego Brighid

Así, en los dos solsticios y en los dos equinoccios, que son los cuatro eventos astronómicos que marcan los cambios de estación; aquello seguía vigente.

Los solsticios (del latín “sol quieto”) se repiten dos veces cada año y son los momentos en los que el Sol alcanza su menor o mayor altura aparente en el cielo.

Los equinoccios también ocurren dos veces al año y tienen relación con la posición del Sol situado en el plano del Ecuador. Son los dos momentos del año en que la noche dura igual que el día ("equi" igual; "noccio" noche).

Inspirado en aquellos hechos, el cristianismo incorporó a sus rituales "algo" de aquellas ceremonias, con el objetivo de ganar la aceptación de los pobladores paganos a quienes quería evangelizar; aunque tal vez desplazándolas algunos días para hacerlas coincidir con algún hecho importante para la Iglesia.

Con este ardid, la Iglesia conformó a todos: se festejaban fechas cristianas, pero se usaban métodos paganos muy arraigados en la cultura de la gente, y que normalmente también ocurrían en fechas bastante próximas en sus costumbres.

La idea religiosa suponía que con el fuego se ahuyentaba a los malos espíritus que tenían relación con el demonio, y se evocaban acontecimientos sagrados.

De esa manera surgen las fogatas de San Juan (se realizan cada 24 de junio) y la fogata de San Pedro y San Pablo (el 29 de junio); en todos los países del mundo de mayoría cristiana.

En el rito de la fogata siempre se incluía un “muñeco” (es decir: una figura humana), como símbolo del sufrimiento de mártires inocentes o como expiación colectiva.

Los antiguos celtas llamaban a la noche del solsticio de verano "Alban Heruin", y para ellos marcaba – en el Hemisferio Norte- el instante en el que el Sol se hallaba en su máximo esplendor.

Para los Incas (misma fecha pero hemisferio sur), el "Inti Raymi" era la celebración del solsticio de invierno, festividad en honor al dios-sol "Inti".

Tanto los incas, como los druidas (que eran los sacerdotes celtas), encendían hogueras para que el poder mágico del fuego protegiera a los hombres y sus animales contra las bestias feroces, alejase los misterios de la oscuridad, y les entregara luz y calor en sus caminos.

El fuego sería entonces purificador cuando quema lo que no queremos, y renovador para los campos.

Lo que empezó como una tradición pagana para celebrar el solsticio de verano, con el día más largo y la proximidad de la temporada de cosechas, fue adaptado por el cristianismo para celebrar el nacimiento de San Juan Bautista. Todos felices.

Y así, mientras unos encendían hogueras en honor al Sol, otros comenzaron a hacerlo para conmemorar el día de uno de los personajes más importantes de la religión cristiana.


Ritual Celta del Fuego

Los ritos que hoy llamamos "de San Juan" son aún más antiguos que los Celtas. En la prehistoria comenzaron a venerar al Sol por temor a que perdiese su fuerza y terminase por desaparecer.

Los druidas celtas festejaban el "Alban Heruin" para lograr unas tierras fértiles, y los mayas, aztecas e incas construyeron grandes templos para favorecer las cosechas, y de paso mostrar sus conocimientos astronómicos; donde la posición del Sol era la clave.

Y a pesar del paso de los siglos, las tradiciones y los ritos de la noche de San Juan continúan vivos hoy en sus diferentes versiones; pero la mayoría con un objetivo común: dejar atrás lo malo quemándolo en el fuego, y dar la bienvenida a lo nuevo, y entendiendo al fuego como un elemento purificador de lo que sea malo. Luego también el agua como elemento santificador en el sacramento del Bautismo.

Hay nueve rituales a realizar en la noche de San Juan, pero como yo no creo en esas cosas, no los pienso escribir en mi blog (solo me interesa el aspecto histórico). El que quiera ampliar esto, que lo Googlee como "Rituales de la Noche de San Juan", y encontrará una infinidad de blogs que los detallan.


Orientación geográfica de las iglesias cristianas y el Sol como referencia

Las iglesias cristianas más antiguas siguieron una costumbre de los templos paganos: siempre estuvieron orientadas con su cabecera o altar dirigiéndose hacia el Sol naciente sobre el horizonte. Ese punto del amanecer, si estuviéramos justo sobre la línea del Ecuador, sería el Este exacto durante todo el año. En cambio en el hemisfero Norte se sitúa en diferentes direcciones del Este-Sureste, y en el hemisferio Sur en diferentes direcciones del Este-Noreste.

En ambos hemisferios la posición de ese punto (su azimuth medido desde el observador) varía según el día del año; pues en verano el Sol realiza en el cielo una parábola más elevada que en invierno. Entonces, tanto los santuarios paganos como los cristianos, estaban orientados en función del punto del horizonte donde se asomaba el sol el día de la fiesta del dios pagano o del santo al que estaba dedicado el templo cristiano.

En algunos casos de iglesias cristianas se usaba el amanecer del día del equinoccio de otoño o primavera, siendo el mismo azimuth para ambos casos, pues en esos dos días del año el día dura igual que la noche.

Hay que mencionar que aquella rigurosa orientación de las iglesias antiguas, poco a poco fue perdiéndose en las nuevas que se fueron construyendo, dadas las limitaciones catastrales en las modernas ciudades actuales... Los nuevos lotes tienen la orientación que les toque, y si allí se construye una iglesia, podrá por casualidad respetar la vieja regla, o nó.

Oriente no es lo mismo que Este

Es a esa zona difusa donde nace el Sol a la que se llama "Oriente", que no debe confundirse con el punto cardinal "Este".

Justamente el verbo "orientar" proviene de "Oriente" (del latín, orĭens, participio de orīri: "aparecer", "nacer")​ siendo la denominación que se da desde la antigüedad a la dirección por donde se ve aparecer el Sol (y los demás astros), es decir, el plano que contiene al este. Por extensión, se refiere a aquellas regiones que están al este del punto de referencia.

Hay que añadir que para los europeos, el Oriente es, además de la fuente de la luz, la dirección aproximada de Jerusalén, la ciudad santa para cristianos, judíos y musulmanes. También desde Europa es la dirección aproximada de La Meca hacia la que se orienta el mihrab de las mezquitas musulmanas. Para las tres religiones monoteístas marca el punto de dirección de las plegarias a Dios.

Esta necesidad simbólica de la orientación hacia el amanecer, o hacia Oriente, llevó a la arquitectura cristiana a adoptar como norma la "planta basilical", en longitud; en lugar de la forma circular del teatro o semicircular del anfiteatro, que hubieran sido mucho más prácticas, ya que habrían permitido a todos los fieles asistentes, sentados en las gradas, ver las ceremonias litúrgicas y escuchar la palabra del celebrante o del predicador. Se descartaron porque un hemiciclo o una rotonda complicarían a los fieles canalizar sus plegarias en la dirección del sol naciente y de la Ciudad Santa.

Los fieles debían ingresar desde el Occidente (que era el dominio de las penumbras y lo malo) hacia el Oriente (el dominio de la luz y lo bueno), y hacia allí también rezar mirando el altar.

La atracción por el fuego - Una marca prehistórica en nuestro ADN

Vemos así que todos los cultos desde la antigüedad relacionaban a algún Dios con el Sol, y por supuesto al Sol en el cielo con el Fuego en la Tierra, como fuente de calor y protección nocturna frente a amenazas de las penumbras.

Esta devoción por el fuego ya existía en los primeros "Homo-Erectus" que lo descrubrieron hace unos 800.000 años. Con él asaban carnes, se iluminaban en la noche, y auyentaban bestias predadoras nocturnas. Mucho más adelante les permitió fundir metales y fabricar nuevas herramientas y armas.

... y así conservamos en nuestro interior el placer de estar junto a un fuego (controlado, por supuesto).

La Fiesta del Fuego en París

En el siguiente video se muestra un espectáculo de fuegos, filmado a orillas del río Sena, en el solsticio de verano 2019 de París.




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