Si bien es la imagen más usada para representar la Revolución Francesa de 1789, "La Libertad guiando al Pueblo" de Eugène Delacroix, en realidad retrata una revuelta posterior ocurrida en París en 1830.
Fue intención de su autor, evocar aquella primera Revolución Francesa y sus símbolos (que él no presenció), para insuflarle sentimiento patriótico y épico a la actual revuelta que acababa de suceder ante su presencia; mezclando en esta maravillosa pintura, simbologías que analizaremos a continuación.
La Libertad guiando al Pueblo - Eugène Delacroix
Aquí leerán sobre esta obra en particular, que tanto me impactó al visitar el Museo del Louvre; y que mediante el Arte nos cuenta una de las muchas historias de Francia; país de la Cultura por excelencia.
Interpretación simbólica de la obra
En "La Libertad guiando al Pueblo" Delacroix usó como protagonista a una heroína con el gorro frigio, enarbolando en su mano derecha la bandera tricolor; ambos fueron símbolos durante la toma de la Bastilla.
El fusil que sostiene con la mano izquierda nos da la pista certera de la mezcla simbólica buscada por el autor, pues se trata de un modelo de 1816.
Junto a ella hay un hombre joven, con un sombrero de copa y levita, usados por la burguesía parisina, que es un autorretrato del pintor, sosteniendo con ambas manos un fusil mientras mira resueltamente a la mujer.
Detrás de él hay un hombre del pueblo portando una espada. A la derecha del cuadro se ve a un muchacho, casi un niño, con pistolas en ambas manos, y mirando desafiante hacia adelante.
Años más tarde, la representación de este muchacho inspiró a Víctor Hugo para crear el personaje de Gavroche, el niño que heroicamente muere en las barricadas del año 1848, en su novela "Los Miserables", publicada en 1862.
Historia de "Las Tres Gloriosas de París"
Este gran lienzo "La Libertad guiando al Pueblo" representa una de las barricadas levantadas en París durante "las Tres Gloriosas".
Así se llamaron las jornadas del 27 al 29 de Julio de 1830, en que muchos parisinos de diversas clases sociales y edades –burgueses, obreros, estudiantes, campesinos y artesanos– salieron a la calle protestando por los decretos firmados por el rey Carlos X el día 26 de ese mes.
En esos documentos, el monarca instauraba la censura de prensa, disolvía el Parlamento, y promulgaba un nuevo sistema electoral con el cual se aseguraba una cámara legislativa siempre obediente a sus decisiones.
Eso en los hechos implicaba un retorno hacia el Antiguo Régimen, como si la Revolución de 1789 no hubiese ocurrido...
El rey estaba en el château de Saint-Cloud, su castillo de verano. En París quedaba solamente un destacamento militar de 12.000 efectivos, que se vio desbordado por el ataque sorpresa de muchos insurrectos.
En tres días, esa facción popular tomó el palacio de las Tullerías y expulsó a las tropas del rey de la ciudad. Carlos X no tuvo más remedio que capitular e irse al exilio.
Le sucedió su primo Luis Felipe, duque de Orleans, apodado el “rey ciudadano” porque juró la Constitución.
Muchos soldados desertaron o se negaron a disparar contra sus conciudadanos; no obstante la revuelta terminó con alrededor de 1.800 rebeldes caídos.
En honor a esos muertos se erigió el monumento que aún existe en la plaza de la Bastilla. El músico Berlioz les compuso la Sinfonía heroica y triunfal, y en el Salon de 1831, (la exposición estatal de arte), casi cincuenta obras conmemoraban aquellas tres jornadas de lucha, entre ellas la que estamos comentando, titulada originalmente "28 de julio: Libertad guiando al pueblo".
El romántico Eugène Delacroix
Ferdinand-Victor-Eugène Delacroix (1798-1863) según algunos biógrafos era vástago ilegítimo del príncipe de Tayllerand, pero fue criado por un alto funcionario que le dió su apellido.
Comenzó su fama en 1822, cuando exhibió en el Salón de ese año "La barca de Dante". Sus figuras dramáticas fueron la cúspide del Romanticismo pictórico, en clara oposición al rígido Neoclasicismo, el estilo heredado de la etapa napoleónica.
Los pintores románticos gustaban representar las gestas heroicas y las luchas por la libertad. Lo hacían con escenas épicas y convulsas, pero siempre alejadas en el tiempo (por ejemplo la Edad Media y las cruzadas), o en el espacio (Oriente, lejos de Europa).
Recordemos que los artistas aún obtenían su sustento de mecenas que eran nobles, incluso reyes; siempre temerosos de que se produjeran revoluciones locales que terminasen con sus privilegios.
Carlos X en 1824 compró "La matanza de Quíos", de Delacroix; un homenaje a la libertad... situado en una isla griega a miles de kilómetros de distancia, y con los turcos como los villanos de la historia pues masacraron o esclavizaron a 98.000 griegos rebeldes.
Delacroix, al igual que casi todos los artistas del movimiento romántico, no estuvo en las calles durante la revuelta de las Tres Gloriosas, aunque se encontraba en París.
El Escritor Alejandro Dumas padre dejó constancia que a Delacroix no le importaba mucho el alzamiento, y que su objetivo en aquellos días de furia fue ayudar en la protección de las obras de arte del Museo del Louvre.
Según Dumas, cuando el pintor observó que los rebeldes izaban la bandera Tricolor en Notre Dame, sintió un marcado patriotismo que le hizo cambiar de actitud.
Esa había sido la bandera de la grandeza de Francia en la era napoleónica, y Delacroix había crecido en una familia totalmente partidaria de Napoleón Bonaparte.
En ese momento comprobó que la insurrección tenía un componente de nacionalismo, de buscar recuperar la gloria de Francia.
Dos meses después comenzó su pintura. En una carta a su hermano Charles, le expresó las siguientes frases: “No he luchado por mi país, pero al menos pintaré por él. He acometido un tema moderno, una barricada”.
Así Delacroix rompió una de las reglas de la pintura vigentes: no mas metáforas historicistas, y se situó en el “aquí” (París) y el “ahora” (las Tres Gloriosas que acababan de ocurrir). Era una escena real de lo ocurrido en 1830, pero conducida por un personaje de fantasía: "La Libertad", encarnada en la mujer situada en la cúspide de la pirámide que compone la obra, una clara alegoría de la Revolución Francesa de 1789.
La Libertad guiando al pueblo es un brillante manifiesto político sumergido en un patético drama que tanto les agradaba a los románticos, jóvenes de 20 ó 30 años admiradores de una gran revuelta que no habían vivido, la de 1789.
Pero la explícita y desafiante violencia del lienzo no era bien vista por todos. El rey Luis Felipe, por muy “ciudadano” que fuese, no podía tolerar que se entronizara una pintura que hacía apología de la rebelión popular.
Por eso fue el Ministerio del Interior, y no la casa real, quien compró el cuadro en el Salon por una suma pequeña y lo expuso solo durante un año (luego lo escondieron). Irónica y paralelamente, a Delacroix se le concedía la Legión de Honor.
Durante la siguiente revolución de 1848, el cuadro volvió a resurgir fugazmente. En 1874 ingresó en la colección permanente del Museo del Louvre. Empezaba así su historia (incluido algún que otro incidente) como icono por excelencia del Estado francés.
El personaje principal. ¿Cuál fue la inspiración para la Libertad?
Personificar la libertad como una mujer nos retrotrae a la antigua Roma, que durante la República anterior al Imperio Romano había dedicado un templo a la diosa "Libertas" en el Aventino (Diosa que lucía gorro frigio, y a sus pies había una jarra rota, simbolizando que había roto el confinamiento).
Sin embargo, la Libertad de Delacroix (por sus ropas, su pose y senos desnudos), parece estar inspirada en las "Victorias" aladas griegas; o en la Venus de Milo, que ya se podía contemplar en el Louvre desde 1821.
Hay un precedente en una obra previa del propio Delacroix: "Grecia expirante entre las ruinas de Missolonghi (1826)", en la cual la Libertad era la mujer que personificaba a los griegos y su libertad.
El cuadro fue un homenaje al romántico Lord Byron, férreo defensor de la independencia helena; y evoca el sanguinario cerco turco sobre la ciudad rebelde, que acabó con la captura de la plaza y la brutal ejecución de todos sus defensores en 1826.
Otras obras de Delacroix, aunque ya no relacionadas con la Libertad, son los frescos pintados en la Iglesia de Saint-Sulpice.
Fue para mí una gran satisfacción haber podido conocer personalmente todas estas obras de este genial artista; siendo "La Libertad guiando al Pueblo" el más famoso ícono de la lucha contra la opresión, el despotismo y la injusticia.
Así cierro este humilde artículo sobre una Gran Obra de Arte. Fue una de las tantas historias de Francia que encontrará en este sitio.
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